Martín Díaz / La Nube
Reynosa, Tamaulipas.— El abarrotado gimnasio de la UAT fue testigo, una vez más, de un evento multitudinario que, bajo el pretexto de una ceremonia de clausura del CEDIF, se convirtió en un descarado acto de culto a la personalidad y un claro ejemplo de actos anticipados de campaña, todo a costa del erario público. El protagonista principal, el alcalde Carlos Peña, no tuvo reparo en nombrar como madrina de la generación a su propia madre, la senadora Maki Ortiz.
Este gesto, que algunos calificarían de un «amor edípico» llevado al extremo político, es la prueba fehaciente del afán de Carlos Peña por demostrar su incondicional lealtad y admiración hacia su madre. Para nadie es un secreto en Reynosa que fue ella quien, estratégicamente, lo posicionó primero como Presidente del DIF —iniciando así una campaña con recursos del organismo— para luego colocarlo como el «encargado» de las riendas del Municipio. La senadora, a pesar de no ocupar oficialmente la alcaldía, sigue siendo quien mueve los hilos y decide el destino de Reynosa.
El joven alcalde, en su rol de fiel servidor, parece estar pagando ahora la «copa» a su progenitora, organizándole una infinidad de eventos como este. Al designar a la senadora como madrina de estos alumnos, sin más mérito aparente que su parentesco directo con el presidente municipal, se configura un evidente tráfico de influencias. Este acto permite que ella se luzca ante un público cautivo, transformando un evento institucional en una plataforma de lucimiento personal. No cabe duda de que el clan del «Makiato» no tiene límites ni el mínimo pudor. Con los recursos del pueblo, aprovechan cualquier evento pagado con dinero del Municipio para su lucimiento personal y para aparentar un acercamiento con un pueblo del que cobran, pero en el que evidentemente no viven.
¿Hasta cuándo se seguirá tolerando que los recursos públicos se desvíen para financiar el lucimiento personal y la permanencia en el poder de una familia que, durante casi una década, ha causado un daño incalculable a la ciudad?
La ceremonia del CEDIF es otro ejemplo claro de cómo el dinero del pueblo se sigue usando para beneficio de quienes han gobernado por años y buscan perpetuarse a cualquier precio… sobre todo si ese precio es pagado con recursos del erario.