Martín Díaz / La Nube
En política, los imperios no se construyen con ideología, sino con dinero y ambición. El llamado Cartel del Makiato, que durante ocho años ha controlado el poder económico y político de Reynosa, es el ejemplo perfecto. No les basta con haberse enriquecido y mantener secuestrado al municipio; ahora, desde la comodidad de una franquicia reciclada como el Partido Verde, sueñan con tomar por asalto a Tamaulipas.
En una jugada digna de Maquiavelo —o de Makiavela, según el caso— la matriarca del clan, Maki Ortiz, ha convertido al Partido Verde en una más de sus adquisiciones. Con argumentos de pe$o o de pe$o$, consiguió una senaduría por San Luis Potosí, estado al que pocas veces fue y que nunca regresó, y donde ya se analizan mecanismos para retirarle el cargo por incumplir (como es su costumbre) acuerdos de campaña. Mientras tanto, su verdadero proyecto se cocina en Reynosa, donde su hijo, Carlos Peña Ortiz, conocido como Makito, enfrenta un futuro judicial que podría terminar en una celda.
Porque detrás de los argumentos de liderazgo y respaldo social con los que se venden, lo que realmente les urge es la impunidad. Por citar solo algunos de los múltiples problemas legales que enfrenta el Alcalde, según la Auditoría Superior del Estado y la Auditoría Superior de la Federación, más de 1,890 millones de pesos de la cuenta pública 2023 permanecen sin aclarar. Recursos que, si la justicia actuara con rigor, podrían traducirse en procesos penales por peculado, desvío de fondos y abuso de poder.
El plan es simple: que Maki mantenga su fuero como senadora y que Makito, una vez concluida su gestión municipal, transite a otro cargo federal. Con dos fueros blindándolos, madre e hijo buscarán reescribir la historia reciente de Reynosa, convirtiendo diez años de saqueos, nepotismo y devastación en una burla al pueblo sin consecuencias legales.
Pero el ambicioso plan tiene grietas. El descontento social crece, y los informes de la ASE y la ASF están documentando con precisión quirúrgica los excesos cometidos durante estas administraciones. Si las instituciones hacen su trabajo, el Cartel del Makiato podría ver descarrilado su proyecto antes de que inicie la elección.
El desenlace será una prueba de fuego para el nuevo sistema judicial: o se consuma la estrategia de blindaje político, o se rompe, de una vez por todas, el ciclo de impunidad que ha marcado a Reynosa por más de una década.
Y entonces surge la pregunta incómoda: ¿habrá alguien en las instancias de justicia que no sucumba a los encantos económicos de este clan, o el poder del dinero terminará comprando voluntades, cerrando expedientes y sellando, una vez más, la traición a todo un pueblo?