Por Martín Díaz / La Nube
En un escenario donde la crisis climática ya no es un debate futuro, sino una realidad que golpea nuestras costas y reseca nuestros campos, la respuesta de los legisladores es más urgente que nunca. Sorprende gratamente, y se agradece, que en medio de un Congreso a menudo ensimismado en agendas centralistas, el diputado tamaulipeco Pepe Schekaibán haya alzado la voz, convirtiéndose en uno de los pocos representantes estatales en poner el dedo en la llaga desde el Foro Nacional sobre Cambio Climático. Este importante evento, convocado por la Asociación Política y Legislación Ambiental (POLEA) en el Palacio Legislativo de San Lázaro, fue una mesa de trabajo seria, lejos de ser un mero acto para la foto.
El foro, respaldado por pesos pesados como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), el Consejo de Cambio Climático y aliados internacionales de la talla del programa México-UK PACT, se centró en algo esencial: cómo fortalecer la gobernanza ambiental. Esto implica una responsabilidad compartida, involucrando no solo a los gobiernos, sino también a la sociedad civil y al sector privado, creando un frente unificado contra la crisis.
Pepe Schekaibán, quien preside la Comisión de Desarrollo Sustentable en el Congreso de Tamaulipas, llevó el nombre y las necesidades del estado a este espacio crucial. En su intervención, fue contundente: subrayó la necesidad imperante de dotar a las entidades federativas de herramientas legales y presupuestales robustas para atender los devastadores efectos del cambio climático directamente desde lo local. Su visión es clara: la solución a un problema global empieza en casa, con leyes y recursos que lleguen hasta el último rincón de nuestro estado.
Y no es un tema menor para Tamaulipas. Nuestro estado, con su vasta franja costera vulnerable al aumento del nivel del mar, sus tierras agrícolas bajo la presión de sequías prolongadas y su constante amenaza ante eventos extremos como huracanes, está, sin duda, en la primera línea del cambio climático. Cualquier política nacional que se elabore sin considerar esta compleja y cruda realidad es, sencillamente, incompleta e ineficaz. Schekaibán, al poner esta realidad sobre la mesa, asegura que la voz de Tamaulipas sea escuchada donde se toman las grandes decisiones.
Estos foros nacionales son vitales no solo por el intercambio de ideas. Son estratégicos porque permiten alinear las agendas estatales con las ambiciosas metas internacionales, como los compromisos de reducción de emisiones del Acuerdo de París. Pero, más allá de la burocracia, abren puertas cruciales. Son la llave para acceder a fondos de cooperación internacional, a la transferencia de tecnologías verdes de punta y a asesoría técnica especializada. Recursos y conocimientos vitales para nuestros municipios, muchos de los cuales hoy carecen de las capacidades básicas para enfrentar la magnitud del reto ambiental que tienen enfrente.
Pepe Schekaibán no viajó a San Lázaro para simplemente levantar la mano por cortesía institucional. Fue a poner sobre la mesa la urgencia de que Tamaulipas legisle con una auténtica perspectiva ambiental, y que se integre al debate nacional no como un espectador pasivo, sino como un actor activo y propositivo. El desafío ahora es que su valiosa participación no quede solo como una anécdota en los anales legislativos. Ojalá sea, en cambio, el punto de partida de una agenda ambiental seria, robusta y, sobre todo, profundamente comprometida desde el Congreso local, que traduzca el discurso en resultados tangibles para cada tamaulipeco. El futuro de nuestro medio ambiente y de nuestros recursos naturales depende de ello.