Martín Díaz / La Nube
En Reynosa, no estamos enfrentando una crisis de agua por falta del recurso. El problema es otro: una situación política y económica que ha dejado a miles de personas sin el líquido vital, mientras las grandes empresas en Monterrey siguen operando sin interrupciones. Parece que no estamos padeciendo una escasez de agua, sino una sequía de voluntad política y ética.
El origen de esta crisis no es un misterio. La CONAGUA, la entidad responsable de gestionar nuestros recursos hídricos, al parecer esta dando prioridad a los empresarios de Nuevo León sobre los habitantes de Tamaulipas. En septiembre, se cumple el plazo para renovar un acuerdo firmado en 1996, donde la Presa El Cuchillo debería trasvasar agua a Tamaulipas. Pero, extrañamente, Nuevo León no quiere ceder lo que corresponde. Las dos presas están al 100% de su capacidad, pero la orden parece ser clara: «primero los industriales regiomontanos». Y Reynosa, mientras tanto, a esperar.
La narrativa oficial de la CONAGUA es simple: unas «obras de mantenimiento» han reducido el flujo de agua. Pero la realidad es que esas obras no son más que un pretexto. ¿Por qué sólo Reynosa sufre esta escasez, mientras que otros municipios fronterizos, que también dependen del Río Bravo, no reportan problemas? Esto no es un problema de infraestructura, es un problema de prioridades y intereses económicos.
Carlos Peña, el alcalde de Reynosa, en un intento desesperado por aplacar el descontento, ha destinado 5 millones de pesos para agilizar estas dos obras que no aparecen dentro de las activas en el presente año para el organismo federal. ¿A dónde va a parar ese dinero? ¿Y por qué, en medio de una crisis, en lugar de gestionar y exigir que se respete lo que por Ley nos corresponde todo lo quiere arreglar con dinero del Municipio?
El gobierno estatal tampoco está libre de culpa. Ciudad Victoria recibe atención y recursos, mientras que los reynosenses apenas conseguimos migajas. El Secretario Quiroga finalmente logra que nos «cedan» un poco de agua, como si fuera un favor personal y no un derecho básico.
La situación es clara: la CONAGUA, en complicidad con intereses empresariales y bajo la sombra de un gobierno estatal que mira para otro lado, ha convertido a Reynosa en el campo de batalla de un conflicto que no debería existir. Aquí, el agua no falta por escasez, sino porque los intereses de unos pocos están por encima de las necesidades de muchos.